Aunque no quiero escribir directamente sobre lo que realmente hace el ejército de un país en tierras ajenas, si que quiero referirme a lo que significa para el país que realiza dichas prácticas.
Una guerra no suele ser gratuita, tiene un coste elevadísimo y, regularmente, ese coste lo paga el pueblo de una manera u otra. Actualmente y es a lo que me quiero referir las guerras cuestan miles de millones (dólares, libras esterlinas, yenes, euros, etc.) que podrían ser invertidos en salvar vidas no en acabar con ellas.
Los países que las promueven se quejan de que, a pesar de su despliegue, no han obtenido nada a cambio o no han conseguido la utilidad prevista. Las guerras actuales sin ir más lejos no son más que la lucha por obtener el poder de los combustibles fósiles a cualquier precio, aún a costa de vidas ajenas, a costa de destruir el patrimonio cultural de un país, de sus gentes, en fin a costa de toda esa parafernalia que solemos llamar cultura. Empero, suele usarse medios peores para conseguir propósitos tan viles como estos, se suele usar a extraños y no a propios.
A cuántos extranjeros que conforman los ejércitos de países que se encuentran en situación de guerra, no les han ofrecido a cambio de participar en ella ( me refiero a la guerra ) una tarjeta verde o un permiso de residencia? A cuántos? Sólo basta con echar una ojeada al "chat de Hotmail", para enterarnos de la situación, por ejemplo que están viviendo los familiares de los soldados latinoamericanos que sirven al Ejército de los Estados Unidos y España, por citar ejemplos. Son perseguidos y deportados, aún sabiendo que sus seres queridos se juegan la vida en guerras de las que no tienen ningún tipo de competencia y que se alejan de sus propósitos iniciales: mejorar una calidad de vida que cada vez cuesta más en "países de tercer mundo".
No es raro ver en las noticias como repatrian cadáveres de "soldados españoles" procedentes de guerras como las de Irak. Sudacas, como suelen llamarlos despectivamente, que se hacen matar por obtener un trabajo y un permiso de residencia válido sólo en países que están en guerra. Digo que sólo es válido allí porque es allí donde trabajan actualmente, ¿No? Porque, dónde si no es allí están "trabajando"?
Trabajo que hoy día ni siquiera los propios son capaces o quieren ejercer.
Llegando a este punto, ya los propios no sienten dolor de Patria, ya no sienten ese orgullo que tanto promueven o que tanto les duele cuando queman una bandera de sus país. Llegados a estos extremos el instinto de conservación les dice que es mejor para estos "menesteres" contratar la mano de obra extranjera que para eso resulta más barata, no se quejan y lo hacen por la necesidad que les obliga buscarse un "medio de vida".
Por supuesto, no hay que restar méritos a los locales, porque como en los mejores partidos de liga, terminan haciendo infinidad de marchas que suelen llamar pacifistas, llenan las calles de sus ciudades principales, suelen hacer mucho ruido, pero al momento de elegir "mi país que lo defienda otro, no mi hijo".
La necesidad nos obliga a cometer actos de desesperación y esto de alistarse en el ejército de un país que parece que tiene como premisa única promover una guerra, es un acto de desesperación.
Fuente: Metro Directe, Barcelona jueves 11 de octubre de 2007, página 9 "mundo".
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